Quienes están acostumbrados a abrir el grifo y obtener agua potable y salubre, apta para beber, cocinar y lavarse, a menudo lo consideran algo natural. Sin embargo, hay más de mil millones de personas en el mundo que no tienen más remedio que utilizar fuentes de agua que pueden ser perjudiciales. El 22 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Agua, con el fin de señalar las actividades en curso destinadas a promover el acceso a un agua potable y salubre y al saneamiento. El Día Mundial del Agua de este año dará comienzo el Decenio Internacional para la Acción, «El agua, fuente de vida» 2005-2015. Estos años serán decisivos a la hora de centrar la atención de la comunidad internacional en un hecho innegable: el agua es indispensable para la vida.
Cada semana las enfermedades diarreicas provocadas por causas fácilmente prevenibles se cobran la vida de 30 000 personas, en su mayoría niños pequeños. Se trata de una crisis humanitaria silenciosa que frustra todo avance hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Como consecuencia del fracaso colectivo para encontrar una solución a este problema, miles de millones de personas atrapadas en un círculo vicioso de pobreza y enfermedad han de enfrentarse a un futuro nada halagüeño. Éste es un caso claro en que es preciso adoptar tanto medidas de acción humanitaria como de acción económica. Se estima que si se invirtieran alrededor de US$ 11 300 millones más al año por encima del gasto actual podría obtenerse un beneficio económico anual de US$ 84 mil millones, es decir entre US$ 3 y US$ 34 por cada dólar invertido, en función de la región.
Al dar comienzo el Decenio Internacional para la Acción, «El agua, fuente de vida», es evidente que alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionados con el abastecimiento de agua potable y de saneamiento básico aportará beneficios muy superiores a la inversión realizada. Pese a que se han formulado y se están aplicando estrategias adecuadas, la participación y el compromiso de los gobiernos, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales y las comunidades no son suficientes. El acceso a un agua potable y salubre y a un saneamiento adecuado favorecerá y acelerará la consecución de los ocho ODM. La relación entre el agua y la salud humana es indiscutible: el agua aportará salud y dignidad a muchos de los millones de personas más pobres del mundo, y transformará sus vidas.
Pido encarecidamente a todos que vean en el Día Mundial del Agua una ocasión más para renovar su compromiso de proporcionar agua potable y salubre a todos quienes la necesiten. Aprovechemos la oportunidad que nos brinda el Día Mundial de la Salud de este año y el Decenio Internacional para la Acción para comprometernos a hacer cuanto esté a nuestro alcance a fin de encontrar una solución a las dificultades que afligen a mil millones de seres humanos que se ven privados de ese recurso vital: el agua, fuente de vida.