Las inversiones para promover el uso de combustibles domésticos más limpios rinden importantes beneficios sanitarios y económicos

En un nuevo informe se destaca la amenaza que entraña para la salud la contaminación del aire en los locales cerrados

Para que de aquí al final del año 2015 se reduzca a la mitad el número de personas que utilizan combustibles sólidos, sería necesario que durante los próximos 10 años se proporcionara acceso a combustibles más limpios a 485 000 personas cada día. En un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud, Fuel for Life: Household Energy and Health, se demuestra que el uso de combustibles domésticos más limpios puede rendir un beneficio económico (en forma de mejora de la salud y la productividad) equivalente a siete veces la cantidad invertida.

El uso de madera, bosta, carbón y otros combustibles sólidos en fuegos a cielo abierto o en cocinas forma parte de la realidad cotidiana de más de la mitad de la población del mundo. Esa práctica contamina enormemente el aire de los locales cerrados, con el riesgo consiguiente de que los niños sufran neumonía y, los adultos, enfermedades respiratorias crónicas. A escala mundial, la neumonía sigue siendo la principal causa de muerte entre los niños, responsable de dos millones de defunciones al año.

Cada año, el uso de combustibles sólidos para cocinar causa 1,5 millones de muertes. El África subsahariana y Asia sudoriental son las zonas más afectadas, con 396 000 y 483 000 defunciones al año, respectivamente. La contaminación del aire en los locales cerrados afecta de modo desproporcionado a las mujeres y los niños. En 2002, por esa causa murieron casi 800 000 niños y más de 500 000 mujeres.

Sin embargo, la buena noticia es que disponemos de soluciones eficaces. Las opciones alternativas más saludables son el gas licuado, el biogás y otros combustibles más limpios. Sustituyendo la cocina tradicional por una cocina mejorada se reduce sustancialmente la cantidad de humo de los locales cerrados.

«Si los millones de personas pobres de los países en desarrollo dispusieran de combustibles más limpios y cocinas mejoradas, disminuiría la mortalidad en la niñez y mejoraría la salud de las mujeres», ha declarado el Dr. LEE Jong-wook, Director General de la OMS. «Además de los consiguientes beneficios para la salud, los programas de energía doméstica pueden contribuir a que las familias salgan de la pobreza y acelerar el ritmo de desarrollo».

En promedio, si el número de hogares que utilizan para cocinar gas licuado, biogás o combustibles modernos aumentara en 100 millones, disminuiría en 473 millones el número de mujeres, niños u hombres expuestos a los efectos nocivos de la contaminación del aire de los locales cerrados, y en 282 000 el número de muertes anuales por enfermedades respiratorias.

Los argumentos económicos para adoptar soluciones prácticas a gran escala son casi tan poderosos como los humanitarios. Por sólo US$ 6, las familias pueden instalar cocinas mejor ventiladas y que consuman combustible de forma más eficiente. Si la mitad de los que aún utilizan combustibles de biomasa y carbón en cocinas tradicionales dispusieran de cocinas mejoradas, se ahorrarían US$ 34 000 millones anuales en concepto de combustible, y se lograría una rentabilidad económica de US$ 105 000 millones al año durante un periodo de 10 años.

Según se muestra en el informe, para reducir a la mitad el número de personas que cocinan con combustibles sólidos en todo el mundo para 2015 sería necesario invertir US$ 13 000 millones al año, y se obtendría un beneficio económico de US$ 91 000 millones al año.

La mayoría de esos costos se soportan a escala doméstica, que es también donde se obtendrían la mayor parte de los beneficios. Sin embargo, es necesario que los donantes inviertan en el diseño de tecnologías apropiadas, el establecimiento de industrias locales, y la organización de sistemas de microcréditos. El desarrollo de esa infraestructura energética no sólo entrañaría una disminución de la morbilidad y la mortalidad, sino también del tiempo dedicado a la convalecencia, a acopiar combustible y a cocinar. Al disponer de más tiempo, mejoraría el rendimiento escolar de los niños y las madres podrían dedicarse más a cuidar de la prole, a la agricultura y a otras actividades generadoras de ingresos, lo que facilitaría la ruptura del ciclo vicioso de la pobreza.

«Es inadmisible que cada año se pierdan 1,5 millones de vidas – muchas de ellas de niños que apenas las han comenzado – por causa de una innecesaria exposición al humo en los locales cerrados. Conocemos soluciones sencillas y costeables; asegurémonos de que estén a la disposición de las personas que pueden beneficiarse de ellas utilizándolas para vivir» ha declarado la Dra. María Neira, Directora de la OMS para Salud Pública y Medio Ambiente.

Algunos países de bajos ingresos que afrontan graves dificultades financieras ya están respondiendo al problema, y se han puesto en marcha programas que han empezado a producir resultados. Es necesario multiplicar ese esfuerzo a escala mundial.

Aunque el problema de la contaminación del aire en los locales cerrados existe desde tiempos prehistóricos, en los programas internacionales de desarrollo no se plasma el hecho de que la carencia de una energía limpia equivale a una pérdida en términos de vida. En el informe que se presenta hoy se proporciona una panorámica de la situación mundial en lo que se refiere a la contaminación del aire en locales cerrados, y se pide la adopción de medidas vigorosas para colmar esa desigualdad en materia de energía doméstica desarrollando una infraestructura energética que atienda las necesidades domésticas básicas de forma sana, segura y sostenible.

Fuel for Life: Household Energy and Health se presentará en una reunión informativa para la prensa que se celebrará en la Comisión sobre Desarrollo Sostenible, Centro de Prensa de las Naciones Unidas en Nueva York, y simultáneamente en Ginebra, en la Sede de las Naciones Unidas.

Comunicado de prensa de la OMS/22
4 de mayo de 2006

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