Cambio climático y salud: Una visión iberoamericana

Prólogo del Informe Técnico presentado por SESPAS / SIBSA

Sharm el Sheij, Egipto, ha sido el escenario de la Conferencia de las Partes (COP27) de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), que se ha celebrado del 6 al 18 de noviembre del 2022. La reunión tuvo por objetivo compartir ideas acerca del problema global que supone el cambio climático, así como generar alianzas que permitan ofrecer soluciones conjuntas.

La COP27 se ha clausurado con un acuerdo decisivo para proporcionar financiación por “pérdidas y daños” a los países vulnerables duramente afectados por los desastres climáticos. Además, se asumieron varios compromisos, el de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,50C por encima de los niveles preindustriales, lo que contribuirá a reforzar la acción de los países para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (mitigación); el de elaborar planes de adaptación a los efectos inevitables del cambio climático, y el de impulsar el apoyo al financiamiento, la tecnología y la creación de capacidades que necesitan los países en desarrollo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, entre 2030 y 2050, el cambio climático causará aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año. Estas serán debidas a diversas causas, como la desnutrición extrema, la malaria y la diarrea, la enfermedad y la muerte a causa de fenómenos meteorológicos extremos, la irrupción en los sistemas alimentarios, el aumento de las zoonosis, la deshidratación, las enfermedades vectoriales y los problemas de salud mental, según se señala en su informe “Climate change and health”. Asimismo, la OMS prevé que la población más afectada por estos fenómenos serán las personas en riesgo de exclusión social y minorías, como los niños, mujeres, minorías étnicas, ancianos, inmigrantes y personas desplazadas, entre otros. Cabe destacar que los países que se encuentren en vías de desarrollo serán los menos capacitados para hacer frente a estas defunciones, ya que carecen de cobertura sanitaria, tanto en aspectos de prevención como en el puramente asistencial.

María Neira, Directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud, ha declarado que la crisis climática es, ante todo, una crisis de salud pública. También ha reconocido que la salud ambiental siempre ha sido la hermana pequeña del programa de salud pública.

Resulta doloroso ver la pérdida de peso que las estructuras de salud pública han tenido, justo cuando más necesarias son, o simplemente comprobar cómo quedan ancladas en el pasado, como botes abandonados a su suerte. En muchos casos, la sanidad ambiental, que está llamada a ser protagonista en el diseño y desarrollo de las líneas de acción y defensa de las estrategias de adaptación al cambio climático, languidece y naufraga al centrar su trabajo y su tiempo, de forma mayoritaria, en tareas propias de épocas pasadas, como el control de las piscinas.

Conscientes, por un lado, de los problemas de salud derivados del cambio climático y, por otro, de las debilidades de las estructuras administrativas para hacerles frente, surge este documento titulado “Cambio climático y salud: una visión iberoamericana”, elaborado entre dos sociedades hermanas: la Sociedad Iberoamericana de Salud Ambiental (SIBSA) y la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).

Las sociedades científicas son espacios de reflexión que permiten estudiar los problemas alejados de las urgencias con las que trabaja la Administración. Esa distancia emocional, sin duda necesaria, permite elaborar documentos rigurosos, científicos y certeros cuyo objeto no es otro que contribuir a aportar luz en la toma de decisiones.

En este documento se han abordado 16 temas que se ven afectados por el cambio climático y han colaborado 41 expertos de ambos lados del Atlántico que han redactado, en muchos casos de forma conjunta, el tema asignado, lo que permite disponer de esa visión amplia que se pretendía conseguir. Se nutre, como no podía ser de otra manera, del concepto de “One health”, lo que permite visibilizar las interacciones entre esta “nueva tríada” epidemiológica: ambiente, animal, humano.

Con este documento se ha pretendido romper barreras geográficas, ampliar horizontes, acercarnos y compartir experiencias; en suma, unir intereses para reforzar la función de la salud pública frente a este reto del cambio climático, reto que constituye una oportunidad para el genio e ingenio humanos.

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