Queridos socios y amigos:
Ha sido para mí un honor y un privilegio haber podido representaros como presidente de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA), durante estos últimos 8 años.
Muchas veces uno se pregunta sobre el sentido que tienen las sociedades científicas y la conveniencia de ser socio de alguna de ellas. Para mí, la verdad sea dicha, siempre me ha resultado muy fácil dar respuesta a esas preguntas.
No siempre la Administración es capaz de articular acciones para todo tipo de demandas, contingencias, compromisos y obligaciones que se presentan en el día a día y, sin embargo, los empleados públicos u otras Administraciones, los ciudadanos, las empresas, etc. las necesitan y las exigen. Ahí se espera que las sociedades científicas puedan prestar su apoyo y ser portadoras de soluciones.
No se trata de hacer un balance de actividades pero me permito recordar algunas que han resultado relevantes para el desarrollo de la Sanidad Ambiental en España. Por ejemplo, la estrecha colaboración que SESA prestó al Centro Nacional de Sanidad Ambiental para la elaboración del Informe Base para el Plan Nacional de Salud y Medio Ambiente (2007), o la edición del libro Cambio Global España 2020/2050. Cambio Climático y Salud (2012), ambas llevadas a cabo en la legislatura que presidió José Vicente Martí Boscá. Con esta última publicación, el cambio climático pasó a ser una prioridad de Gobierno y la salud se coló en las acciones de Adaptación.
En el ámbito de la formación, SESA ha cubierto grandes huecos a través de la publicación de los libros de la serie “De aeribus, aquis et locis” y, cómo no, de Revista de Salud Ambiental y, ante situaciones de “crisis” como fue el caso de la Enfermedad del Virus Ébola (EVE), fue esta sociedad la que elaboró los protocolos de desinfección de espacios públicos. Más recientemente, SESA ha sido la anfitriona del primer encuentro entre el Centro Nacional de Sanidad Ambiental y los responsables de sanidad ambiental de las Comunidades Autónomas.
Esta es una de las grandes aportaciones que hacen las sociedades científicas: animar al desarrollo, en este caso de la Sanidad Ambiental; y esta es una de las respuestas al sentido que tienen las sociedades.
Pero además, una sociedad científica tiene el deber de ayudar al socio a crecer profesionalmente.
Aunque la mayoría de nosotros no somos médicos, sí quiero traer aquí a colación el Juramento hipocrático; ya sabéis que con el paso del tiempo cada uno lo ha arrimado (y modificado) a su sardina de intereses personales e ideológicos, pero algunos aspectos sirven para todo el mundo, y no se agotan con el paso del tiempo.
Una de las frases dice así: “Con diligencia me mantendré al día de los avances de la medicina”.
Este aserto no es solo de obligación de nuestros empleadores, también de nosotros mismos. Porque es nuestro deber ofrecer el mejor conocimiento a nuestros ciudadanos. Lo demás es fraude. En mi opinión, uno de los mayores compromisos que tenemos con nuestros ciudadanos y al que nos debemos, cada uno desde sus propias convicciones ideológicas, es ese precisamente: hacer nuestro trabajo con el mayor rigor científico. Si esto lo trasladamos a cada ciudadano, ocupe el lugar social que ocupe, habremos construido una sociedad mucho mejor y menos corrupta. Y SESA, a través de sus humildes medios intenta que cada uno de nosotros como socios podamos adquirir el mejor conocimiento científico. Y esta sería la segunda respuesta que le doy al sentido de pertenecer a una sociedad científica como SESA.
Para acabar, quiero agradeceros a todos vosotros, los socios, el compromiso que tenéis con SESA y, como no puede ser de otra forma, reconozco que he tenido una Junta Directiva de lujo con la que he trabajado muy a gusto y a la que le debo mi agradecimiento, mi cariño y mi gran respeto.
A la nueva Junta Directiva, todo mi apoyo y consideración.
Dr. José Mª Ordóñez Iriarte
Socio
Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA)